Al oasis de su cuerpo
asoma mi alma sedienta ,
como en desierto al espejo
inmente calenturienta .
Luego a inmemorable tiempo
vagar por planicie inmensa ,
ni siquiera el mal refresco
aparte por supuesto
de unas bebidas infectas .
Al oasis de su cuerpo
habitado en alma de ella .
En su propio microclima
dando fruto en todo tiempo
siempre época de colecta .
En la fuente de su boca
la flor loto de su lengua .
En los lagos de sus ojos ,
dulce sombra dan las cejas .
Sus densos frutales labios
henchidos de un puro néctar .
Y el rocío de su sonrisa
reanima hasta las piedras .
En la mata de su pelo
a enredarte en su cabeza ,
perderíame a propósito
de alejar una métrica
a la despejada luz
en su frente lamparera .
Y , de entrar a descubrir
las delicias en su tierra ,
terminaría sin salir
ni ir más lejos de allí
en la espiral de una oreja .
Al oasis de su cuerpo
asoma mi alma sedienta .
Ruiz Alcántara
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